Reflect, Pray and Recognize
by Fr. Thomas Griffin, S.J. | 04/03/2022 | From Fr. Tom GriffinA lot of people seem to have an odd curiosity with the failings of others. Some love to read about an unfaithful celebrity or a politician caught red-handed in a corrupt deal. Maybe we find ourselves gossiping about family, friends and neighbors. Often, we’re swift to offer harsh judgement. Perhaps we think that will help avoid any focus on our own mistakes.
In today’s gospel, a woman is found guilty of adultery. The prescribed punishment is death by stoning. There is a large crowd around her, all holding stones and ready to begin. But, Jesus had a better idea.
Knowing that we all have failings, Jesus invited whomever was without sin to throw the first stone. No stones were thrown. Jesus did not condemn her either, but He did say this: “Go now and leave your life of sin”.
As we approach Easter, it’s a wonderful opportunity for us to reflect, pray and recognize our own failings and then to ask for God’s forgiveness and to make a sincere effort to try to do better!
There’s no need to worry about the failings of others, we likely have plenty of our own with which to be concerned.
Fr. Tom Griffin, SJ
Mucha gente parece tener una extraña curiosidad por las fallas de los demás. A algunos les encanta leer sobre una celebridad infiel o un político atrapado in fraganti en un trato corrupto. Tal vez nos encontremos cotilleando sobre familiares, amigos y vecinos. A menudo, nos apresuramos a ofrecer un juicio severo. Quizás pensamos que eso ayudará a evitar cualquier enfoque en nuestros propios errores.
En el evangelio de hoy, una mujer es declarada culpable de adulterio. El castigo prescrito es la muerte por lapidación. Hay una gran multitud a su alrededor, todos sosteniendo piedras y listos para comenzar.
Pero Jesús tuvo una idea mejor. Jesús, sabiendo que todos tenemos defectos, invitó a quien estuviera libre de pecado a que tirara la primera piedra. No se tiraron piedras. Jesús tampoco la condenó, pero sí dijo esto: “Vete ahora y deja tu vida de pecado”.
A medida que nos acercamos a la Pascua, es una oportunidad maravillosa para reflexionar, orar y reconocer nuestras propias fallas y luego pedir el perdón de Dios y hacer un esfuerzo sincero para tratar de hacerlo mejor.
No hay necesidad de preocuparse por las fallas de los demás, es probable que tengamos muchas propias de las que preocuparnos.
P. Tom Griffin, SJ
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