Pro-Life in Words and Actions

by Fr. Robert A. Fambrini, SJ  |  07/03/2022  |  From Fr. Fambrini

Dear Brothers and Sisters,

I rejoice with pro-life advocates everywhere in light of the Supreme Court decision striking down Roe v. Wade. The snuffing out of human life in the womb highlights the culture of death which permeates our capitalistic culture. As Pope Francis is quick to remind us: if it doesn’t produce, it is disposable. I also rejoice as I see this as a great opportunity, a new beginning.

It has often been said that unless hearts and minds are won over, the outlawing of something simply reinforces the great division between those who are happy with the outcome and those who feel defeated. Too often the moniker pro-life has been cynically rephrased as pro-pregnancy. Even in cynicism, however, there remains a kernel of truth.

Several years ago a pro-abortion member of Congress told a pro-life member, “For you pro-lifers life begins at conception and ends at birth.” The pro-life member took those words to prayer. The persistent emphasis on the unborn child has allowed many pro-life advocates to ignore the other pro-life issues, focusing in on the grove of trees and failing to see how it is part of a larger forest of life.

Even before this decision was handed down, I had been thinking about the term unwanted. So often that is the adjective placed before an undesired pregnancy and the reason given to seek an abortion. Are we as pro-life people now ready to come to the aid of those thousands (millions?) of unwanted births? Are we ready to exert as much energy advocating for the free and necessary health care for pregnant women and babies, assuring foster care agencies are fully staffed and accredited, opening our own hearts and homes to the possibility of adoption? Are these not post-birth pro-life issues?

We all live on the same planet. In many ways the earth is like our own body: we have only one. Are not the protection of our common home, making food, water, education, adequate shelter, affordable employment accessible or the defense against gun violence also life issues? The price of caring for every aspect of human life is too important to let the cost of such advocacy hinder our efforts.

As we go to Eucharist, let us pray that God may fill our hearts with a fervent desire as pro-life people to do all we can to win over hearts and minds not simply by our words but with concrete action, not counting the cost. Only then can we truly say we have done our part in bringing about God’s kingdom of justice, peace, and the fullness of life.

Un Mensaje de nuestro Pastor, Robert A. Fambrini, SJ

Queridos Hermanos y Hermanas,

Me regocijo con los defensores de la vida en todo lugar a consecuencia de la decisión de la Corte Suprema que anuló Roe v. Wade. La extinción de la vida humana en el útero destaca la cultura de la muerte que impregna nuestra cultura capitalista. Como el Papa Francisco se apresura a recordarnos: si no produce, es desechable. También me regocijo porque veo esto como una gran oportunidad, un nuevo comienzo.

A menudo se ha dicho que, mientras no se ganen los corazones y las mentes, prohibir algo simplemente refuerza la gran división entre los que están contentos con el resultado y los que se sienten derrotados. Con demasiada frecuencia, el dicho pro-vida se ha reformulado cínicamente como pro-embarazo. Sin embargo, incluso en el cinismo, queda un granito de verdad.

Hace varios años, un miembro del Congreso a favor del aborto le dijo a un miembro pro-vida: “Para ustedes, los pro-vida, la vida comienza en la concepción y termina en el nacimiento”. El Congresista pro-vida reflexionó esas palabras en la oración. El énfasis persistente en el niño por nacer ha permitido que muchos defensores pro-vida ignoren los otros temas pro-vida, centrándose en la arboleda y sin ver cómo es parte de un bosque más grande de vida.

Incluso antes de que se dictara esta decisión, había estado pensando en el término no deseado. Tantas veces ese es el adjetivo que se coloca ante un embarazo no deseado y la razón que se da para buscar un aborto. ¿Estamos ahora como personas pro-vida listos para acudir en ayuda de esos miles (¿millones?) de nacimientos no deseados? ¿Estamos listos para ejercer tanta energía abogando por la atención médica gratuita y necesaria para las mujeres embarazadas y los bebés, asegurando que las agencias de crianza temporal cuenten con todo el personal y acreditadas, abriendo nuestros propios corazones y hogares a la posibilidad de adopción? ¿No son estos problemas pro-vida a partir del nacimiento?

Todos vivimos en el mismo planeta. En muchos sentidos, la tierra es como nuestro propio cuerpo: solo tenemos uno. ¿No son también cuestiones de vida la protección de nuestra casa común, hacer que la comida, el agua, la educación, la vivienda adecuada, el empleo asequible o la defensa contra la violencia armada no sean accesibles? El precio de cuidar todos los aspectos de la vida humana es demasiado importante como para permitir que el costo de tal defensa obstaculice nuestros esfuerzos.

Oremos para que Dios llene nuestros corazones con un ferviente deseo como personas pro-vida de hacer todo lo posible para ganar corazones y mentes no simplemente con nuestras palabras sino con acciones concretas, sin contar el costo. Solo entonces podremos decir verdaderamente que hemos hecho nuestra parte para traer el reino de Dios de justicia, paz y plenitud de vida.

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