Finding Passion in the Passion
by Fr. George Teodoro, S.J. | 04/10/2022 | From Fr. TeodoroPassion is a funny word. It can mean so many things – excitement, warmth, desire, commitment, or deep emotion. It seems strange, then, that this also the name that we Catholics give to the arrest, trial, suffering, and death of our Lord Jesus Christ.
But Passion Sunday is the right name for what we memorialize today. Passion Sunday is not meant to be a rational exploration of theological meaning of the cross or a professorial exposition on the messianic tradition. Rather, we are called to feel what it means to be a disciple: to wave our palms with excitement at Jesus’ arrival; to be warmed by Jesus’ invitation to dine with him at the Last Supper; to be dismayed by Judas’ betrayal and Peter’s denials; to shout with scorn as the people call for Jesus to be crucified; to suffer the crushing weight of the cross as he moves towards Golgotha; to weep with Mary at the loss of her Son.
We are called to feel each and every one of these emotions – to know Jesus not as one knows the quadratic formula, but to know Jesus as one knows, and loses, a close friend or family member. Today, we are called to be passionate – to feel the joys and sorrows of Jesus’ life and death more closely, so that as St. Paul says, “if we have died with Christ, we will also live with Him.” (2 Timothy 2:11)
Encontrar la pasión en la pasión
La pasión es una palabra curiosa. Puede significar muchas cosas: emoción, calidez, deseo, compromiso o emoción profunda. Parece extraño, entonces, que también sea el nombre que nosotros los católicos damos al arresto, juicio, sufrimiento y muerte de nuestro Señor Jesucristo.
Pero Domingo de Pasión es el nombre correcto para lo que conmemoramos hoy. El Domingo de Pasión no pretende ser una exploración racional del significado teológico de la cruz o una exposición profesoral sobre la tradición mesiánica. Más bien, estamos llamados a sentir lo que significa ser un discípulo: agitar las palmas de las manos con entusiasmo por la llegada de Jesús; ser calentado por la invitación de Jesús a cenar con él en la Última Cena; estar consternado por la traición de Judas y las negaciones de Pedro; gritar con desprecio mientras la gente pide que Jesús sea crucificado; sufrir el peso aplastante de la cruz en su camino hacia el Gólgota; llorar con María por la pérdida de su Hijo.
Estamos llamados a sentir todas y cada una de estas emociones: conocer a Jesús no como uno conoce la fórmula cuadrática, sino conocer a Jesús como uno conoce y pierde a un amigo cercano o familiar. Hoy, estamos llamados a ser apasionados, a sentir más de cerca las alegrías y las tristezas de la vida y muerte de Jesús, para que, como dice San Pablo, “si hemos muerto con Cristo, también viviremos con Él”. (2 Timoteo 2:11)
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