Q: Why do we mark our foreheads with ashes at the beginning of Lent?
by Fr. George Teodoro, S.J. | 02/26/2023 | Why do we do that?From ancient Hebrew tradition, people marked their sorrow and repentance by putting on sackcloth and smearing their face with ashes. They were seen as a public display of humility – of rejecting all that society found attractive or valuable. The wearing of ashes became a sign to others that you not only felt sorrow in your heart, but wanted to be held publicly accountable for one’s sins.
Moreover, in Jewish custom, ashes were a sign of communal sorrow and repentance. For instance, when Jonah preaches to the city of Nineveh, the entire population of the city marks themselves with ashes and prays that God might not smite them for their wicked ways.
At the beginning of Lent, we recognize our need for repentance and forgiveness, both as individuals and as a community by continuing this ancient tradition of marking ourselves on the forehead with ashes. The cross reminds of our destination – the Passion of Christ, while the prayer calls us to humility and repentance. There are a few variations of the prayer, but the primary ones say either “Remember that you are dust and to dust you shall return” (a call to humility) or “Turn away from sin and be faithful to the Gospel” (a call to repentance). Then for the rest of the day, these ashes mark us a member of the Catholic community – a community which together is also in need to repentance, but also wants to witness to the cross of Christ to those around us.
One last note: the ashes for Ash Wednesday are created by burning the palms from Palm Sunday the year before. They are a sign of repentance from the community that first lauded and then rejected Christ during his Passion.
P. ¿Por qué nos marcamos la frente con ceniza al comienzo de la Cuaresma?
Según la antigua tradición hebrea, la gente marcaba su dolor y arrepentimiento poniéndose cilicio y untándose el rostro con ceniza. Fueron vistos como una muestra pública de humildad, de rechazar todo lo que la sociedad encontraba atractivo o valioso. El uso de cenizas se convirtió en una señal para los demás de que no solo sentías dolor en tu corazón, sino que querías rendir cuentas públicamente por tus pecados.
Además, en la costumbre judía, las cenizas eran un signo de tristeza y arrepentimiento comunitario. Por ejemplo, cuando Jonás predica en la ciudad de Nínive, toda la población de la ciudad se marca con cenizas y ora para que Dios no los castigue por sus malos caminos.
Al comienzo de la Cuaresma, reconocemos nuestra necesidad de arrepentimiento y perdón, como individuos y como comunidad, continuando con esta antigua tradición de marcarnos en la frente con cenizas. La cruz recuerda nuestro destino: la Pasión de Cristo, mientras que la oración nos llama a la humildad y al arrepentimiento. Hay algunas variaciones de la oración, pero las principales dicen: "Recuerda que eres polvo y al polvo volverás" (un llamado a la humildad) o "Apártate del pecado y sé fiel al Evangelio" (un llamado al arrepentimiento). Luego, por el resto del día, estas cenizas nos marcan como miembros de la comunidad católica, una comunidad que en conjunto también necesita arrepentirse, pero que también quiere testificar de la cruz de Cristo a quienes nos rodean.
Una última nota: las cenizas del Miércoles de Ceniza se crean quemando las palmas del Domingo de Ramos del año anterior. Son un signo de arrepentimiento de la comunidad que primero alabó y luego rechazó a Cristo durante su Pasión.
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